Para formar una buena relación terapéutica médico-paciente es básico establecer una relación de confianza, proporcionar al paciente educación y consejos, pero manejar las expectativas es imprescindible. En nuestras saturadas consultas, los desprendimientos de retina y otras enfermedades maculares se llegan a convertir en rutina, haciéndonos olvidar lo devastadoras que pueden llegar a ser para los pacientes. Estos necesitan saber la probabilidad de obtener resultados favorables y desfavorables tras la cirugía, y todos aquellos eventos asociados con su enfermedad y tratamiento

Existe muy poca información sobre las expectativas de los pacientes tras la cirugía de vitreoretina.  En otras áreas de la oftalmología como es la cirugía de cataratas existe algo más de información. En estos casos, las expectativas han aumentado a medida que los avances en la tecnología de la cirugía con incisiones más pequeñas, las LIO plegables y trifocales, han llevado a mejores resultados. De esta manera, muchos pacientes deseaban la capacidad de conducir sin gafas después de la cirugía de cataratas y la mínima dependencia de las gafas para otras tareas. Estas expectativas contagian las ideas de los pacientes tras una intervención de patología vitreoretininana. Aunque saben que se trata de un proceso más grave, en la actualidad muchas de las intervenciones vitreoretinianas se pueden realizar en periodos de tiempo cortos menores de una hora, con anestesia local y en régimen ambulatorio lo que puede trasmitir una sensación de “sencillez”. Por eso es importante ser capaces de enmarcar las expectativas del paciente. El asesoramiento prequirúrgico y el manejo de las expectativas de manera efectiva para el paciente puede significar la diferencia entre una relación médico-paciente mutuamente satisfactoria, basada en la confianza y una que puede ser tensa, hostil y acusatoria.

Lo primero es suponer que los pacientes no saben absolutamente nada sobre el ojo en general y sobre la retina en particular. Aun es frecuente explicar que el ojo es como una cámara fotográfica, en el que la retina es como la película fotográfica. Sin película no hay foto, y si la película está dañada la foto sale defectuosa. Pero ¿quién usa cámara de fotos hoy en día?

También es útil explicar que la retina es una prolongación del tejido nervioso como el cerebro, y que al igual que este, no se puede sustituir por otro nuevo, y cuando se daña, quedan secuelas. También es importante trasmitir que estamos tratando una enfermedad del ojo, y que por eso es necesario operar. No se trata de si se necesitarán gafas o no en el postoperatorio, pese a que en ocasiones se realizan cirugías simultaneas de problemas retinianos y de cataratas, lo que conlleva a una corrección del defecto refractivo. Las gafas muy probablemente serán necesarias tras la intervención, pero el defecto provocado por la enfermedad de la retina, no es susceptible de ser mejorado por las lentes. Estas solo corrigen defectos de graduación, no enfermedades del ojo. Las lentes intraoculares trifocales raramente se indican cuando existe una enfermedad retiniana concomitante.

Por ejemplo, en una cirugía de desprendimiento de retina hay que explicar que el objetivo es restaurar la retina a su posición anatómica correcta.  A partir de ahí, la visión puede mejorar respecto a la situación previa, pero esto no garantiza la perfección visual. La visión va a depender de que se haya afectado o no la visión central (cuya responsable es la mácula) y del tiempo que la retina haya estado desprendida antes de operarse. En el caso de las complicaciones retinianas de la diabetes hay que explicar que estas dependen de la pérdida del flujo sanguíneo en el cuerpo y que la cirugía no es capaz de restaurar este flujo vascular, tan solo es capaz de mejorar las complicaciones secundarias a este problema vascular. Por ello, el objetivo es conservar la visión o incluso mejorarla, pero no se puede garantizar una visión como cuando esa misma persona tenía el flujo vascular no dañado por la diabetes.  En la mayoría de los pacientes con patologías maculares como las membranas epiretinianas o los agujeros maculares, la visión mejora tras la operación, pero raramente retorna a la normalidad.

Tras la cirugía de retina, es común tener empeoramiento transitorio de la agudeza visual inmediatamente después de la operación y cualquier mejora es probable que ocurra lentamente a lo largo del tiempo, generalmente en el orden de las semanas a meses, dependiendo del problema. Siempre hay que recordar que las complicaciones pueden ocurrir incluso tras el mejor enfoque terapéutico, y los pacientes deben ser consciente de esta posibilidad antes de que comience el tratamiento.

Por último, señalar que las múltiples imágenes de las que disponemos en nuestra especialidad como son las fotografías de fondo de ojo, la OCT, la angiografía fluoresceínica y la ecografía son métodos muy útiles de asesoramiento a los pacientes para explicarle la naturaleza de su enfermedad y de los resultados de la operación.

En resumen, hay que recordar que un paciente bien informado y asesorado siempre será un paciente más satisfecho y esa precisamente, la satisfacción y salud de nuestros pacientes, es la misión de nuestro trabajo.

Alfredo García Layana

 

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